El hombre asesinó a su pareja en 2009, le dieron 10 años de prisión y, en libertad condicional, habría sometido a su hija.
Un hombre que fue condenado a sólo 10 años de prisión por matar a su pareja, salió en libertad condicional, y ahora es juzgado por haber abusado sexualmente de su hija. No se descarta que pueda ser declarado inocente.
Se trata de Gustavo Horacio Calderón Polo, alias «Guchi», quien en febrero de 2011 fue condenado a 10 años de prisión por el homicidio de su mujer, Fernanda Toledo (30).
Calderón mató a Fernanda brutalmente: la ahorcó frente a sus hijos y resultó condenado por homicidio simple, delito que tiene penas que van de 8 a 25 años.
En un juicio abreviado, la defensora oficial (Mirtha Olivera) y el fiscal (Adelmo Argüello) establecieron la bajísima pena que fue aprobada por la Segunda Cámara del Crimen –conformada, por los jueces Roberto Uliarte, Roberto Yanzón y José Valerio–.
Condena polémica
Eran otros tiempos. En el año 2011 todavía no existía la figura de femicidio (que contempla una pena de prisión perpetua), ni siquiera el caso pudo haberse agravado «por el vínculo», ya que la antigua ley solamente aceptaba esa figura jurídica para parejas legalmente casadas.
Se trató de un fallo polémico: los parientes de la víctima protestaron en los pasillos de tribunales y fueron unos de los primeros en organizar actos en favor de la implementación del femicidio.
Por otra parte, cuando el gobernador Alfredo Cornejo postuló a Valerio para la Corte, sus detractores recordaron este caso.
Valerio respondió que la Cámara no tenía atribuciones para imponer una pena superior al monto acordado y que luego la Corte había ratificado la condena.
Abuso de su hija
Lo cierto es que Calderón fue preso y cumplió condena hasta 2017, cuando comenzó a gozar del beneficio de libertad condicional.
Antes de estar en pareja con Fernanda Toledo, Calderón tuvo una relación con otra mujer con la que tuvo una hija.
A la casa de esta joven se fue a vivir Calderón con una novia, que en ese momento estaba embarazada.
Esta novia un día se marchó y Calderón siguió viviendo con su hija.
En marzo de 2017 el hombre habría violado a su propia hija y los gritos de la mujer fueron escuchados por los vecinos.
La mujer se animó a denunciarlo y Calderón fue detenido. La fiscal de Violencia de Género Mónica Fernández Poblet lo imputó por abuso sexual agravado por el vínculo.
Pero la joven declaró por segunda vez y se retractó, sosteniendo que las relaciones eran consentidas.
La semana pasada, durante el debate que preside el juez Eduardo Martearena, la víctima volvió a declarar y ratificó que no fue un abuso sino una relación consentida.
Sin duda que esta posición tomada por la joven complica la tarea de la parte acusadora.
Con este panorama, hoy al mediodía se realizarán los alegatos y es posible que se dicte sentencia.
La ahorcó y dijo que se había suicidado
El 21 de julio de 2009 Fernanda Toledo fue a Tupungato para que sus hijos vieran a su padre, Gustavo Calderón, de quien estaba separada.
Se quedaron a dormir en una casa en construcción del barrio donde el hombre se desempeñaba como sereno.
Por la noche, luego de cenar y tomar vino, la pareja habría tenido una discusión, que terminó cuando Calderón golpeó a Fernanda y luego, con el cable de una lámpara, la ahorcó en presencia de los dos pequeños. Luego la dejó sobre un colchón y así pasaron una noche imposible de imaginar.
A la mañana siguiente el homicida confesó ante el capataz de la obra, llamó a la Policía y contó que la mujer se había intentado ahorcar, colgándose de una viga pero que él la desató y luego durmieron, y al otro día amaneció muerta.
Los signos de violencia indicaron que el autor del crimen había sido Calderón.
Desbordes impulsivos
La pericia psiquiátrica realizada a Gustavo «Guchi» Calderón realizada antes de ser condenado por homicidio indicaba que tenía «una personalidad narcisista.
Es dependiente, poliadicto, con desbordes impulsivos, agresivo, con tendencias al ocultamiento yoico y desvalorización de los demás.
Comprende la criminalidad de sus actos y puede discernir sus acciones».
Fuente: Los Andes por Oscar Guillén