La sexta edición de este certamen nacional se realizó el sábado. Un centenar de podadores pusieron sus tijeras a cortar plantas durante 30 minutos. El ganador se llevó un televisor.
Pasadas las 11 de la mañana, el grupo de podadores se sacó la foto oficial. Después, cada uno ocupó su sitio en la hilera. Entonces, sonó la sirena y las voces se callaron. Sólo hubo ruidos de tijeras y tironeos de tallos secos. “Echen agua a esta tijera que está caliente”, bromeó uno al final. “Estaban matadoras, muy bajitas para la hernia de disco”, dijo otro.
Con un marco inigualable de sol y cordillera, un particular certamen tuvo lugar el sábado en el espacio Salentein, en Tunuyán. Fue la sexta edición del Concurso Nacional de Poda que organiza, repitiendo lo que es una costumbre en las cunas enológicas de Europa, la empresa Bahco desde 2011. Por primera vez hubo turistas presenciando el certamen. Sandra Cardona y René Caro llegaron de la Ciudad de Mendoza, porque escucharon del evento por la radio.
“Mi papá Salvador (92 años) siempre tuvo finca y ahora tiene un parral en su casa en Rodeo del Medio y mi esposo es quien se lo poda. Lo envió para que aprendiera”, comentó con humor Sandra.
“Yo tenía 8 años y andaba debajo de las viñas, junto a mi padre”, comenta Mario Sáez (57). Tiene puestas las gafas y los guantes por su seguridad, también la tijera envainada. Su ojo avezado ya recorrió la hilera que le ha tocado en suerte. “Calienten las muñecas”, dicen por el altavoz y, para cuando suena la sirena, don Mario ya está doblado bajo el sol cortando tallos.
Ahora es encargado en la finca Doña Paula y dice haber perdido “la magia”, pues recorre más de lo que poda. Pero sus manos tienen memoria y al terminar los 30 minutos que dura el torneo, al agricultor sólo le faltaban dos claros para “liquidar” la hilera.
Nelson Ríos (27) no conocía Mendoza y reconoció que nunca imaginó “que hubiera tantos viñedos”. Su padre, Juan de Dios, le enseñó todo lo que sabe del trabajo en el agro y que hoy aplica en las vides Colomé de Cafayate, donde trabaja hace años.
Cerca de cien podadores -la mayoría mendocinos- participaron de esta edición, que terminó con una gran compartida de técnicas, saberes y costillares entre colegas. Ángel Sáez, del emprendimiento Piedra Negra, se quedó con el primer puesto y se llevó a su casa un televisor 40”. Lo secundaron Rubén Escudero y Miguel Maillo, ambos de finca Doña Paula.
Un oficio necesario
Reivindicar esta labor clave para la vitivinicultura, que siempre se transmitió de generación en generación y hoy se va perdiendo, fue uno de los motivos centrales del evento. Mendoza fue elegida -una vez más- como sede para la final. De allí, que ayer participaron los ganadores de las regionales de poda, realizadas en sitios como la Patagonia, Neuquén, Salta, Catamarca y La Rioja.
“Lamentablemente se va perdiendo este saber con el abandono de lo rural. Es un arte que hay que volver a revalorizar”, opinó Gustavo Aliquo, del INTA.
El ingeniero es uno de los tres jurados (INTA y UNCuyo) que evalúa desde la primera edición este certamen, para lo cual debieron adaptar una grilla de evaluación española.
“No cuenta sólo la rapidez, también la calidad del corte y la prolijidad, es decir la limpieza que queda en el claro y en el alambre”, advirtieron al inicio del concurso.
“Es importante la sanidad en estas prácticas, que definen la cantidad y calidad que tendrá la producción del año. Por eso marcamos lo importante de tener una buena herramienta”, dijo Fernando Montenegro, director general de la firma Bahco.
Fuente: Los Andes (Gisela Manoni)