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Editorial: “Verdades a medias”

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Por Juan Jofré

Hay periodistas de prestigio y renombre de grandes medios nacionales, otros reconocidos analistas provinciales, y algunos de los colegas locales, que tienen incorporada una forma de análisis que produce verdades a medias. Cuando uno está tan inmerso en un micro-mundo con una lógica particular, resulta un poco difícil hacer visible algunas cosas que lo atraviesan.

Muchos de los medios de comunicación social más vistos, escuchados o leídos tienen vinculación directa con algún/as de las grandes empresas, en el mundo, en el país, la provincia y nuestro Valle de Uco también.

La relación se hizo más visible a partir de 2008 en el mal llamado conflicto “Campo vs. Gobierno”, y se fue haciendo cada vez más evidente en la discusión en torno ala Leyde Servicios Audiovisuales o comúnmente llamada ley de medios. Ya con el esclarecimiento de la apropiación de Papel Prensa durante la dictadura no quedaron dudas. Esta situación nos ha llevado a que en la actualidad nos parezca normal que haya medios más oficialistas y medios más opositores, y que ya nadie crea en los periodistas como héroes defensores de la verdad, porque todos sabemos que desde alguna posición se para quien hace radio, TV o prensa gráfica.

Hasta aquí la discusión termina en la posición que plantea que el ciudadano responsable y comprometido deberá escuchar varias campanas y extraer los argumentos que lo hayan convencido para conformar su propia postura.

Pero… siempre hay peros… motiva este escrito el hecho de ver algunos vicios periodísticos en varios (casi todos) medios locales, provinciales y en algunos nacionales. El vicio se trata de ofrecer verdades a medias a la hora de hacer análisis sobre cualquier problemática socioeconómica. Este vicio tiene carácter de estilo en los medios nacionales opositores al Gobierno, se reproduce con clara intención en varios medios provinciales, y tiene ecos en los micrófonos y plumas de muchos periodistas valletanos.

¿A qué me refiero? Voy a intentar simplificar, aunque no es tan fácil, porque el tema es foucaultiano, pero prometo hacer el intento.

Michel Foucault, un gran filósofo francés planteó cuestiones fundamentales en cuanto al poder, tanto es así, que para los que vivimos en el Siglo XXI, o para los que nos la damos de pensadores y analistas, no tener en cuenta sus aportes no es un error, sino la clara intención de no ver algo que es sumamente visible.

La parte de los planteos que interesa a este escrito, es lo que tiene que ver con las “líneas de enunciación”, que hace referencia a lo que alguien puede decir o callar, mostrar u ocultar. Para decir algo se necesita “saber” de lo que se está hablando, es decir, tener conocimiento; y además se necesita “poder” para que eso que se dice pueda ser escuchado, leído o visto. Claro está que los dueños de los medios de comunicación tienen el poder de decidir qué se dice y qué se calla, qué se muestra y qué se oculta. Porque el poder de llegar a varios es lo que hace que una idea circule. Si no, es salir a gritar por la calle lo que uno piensa, o ahora, con cuidado dela CIA, colgarlo en Internet.

Aquellos que ejercemos de periodistas (por más que no tengamos título de tal) sabemos muy bien de esto, porque escribimos de algo que sabemos (se supone), y porque tenemos la necesidad de decirlo, de enunciarlo. Claro está, lo que podamos o no decir dependerá del poder con que contemos para discutir con los editores o cualquiera sea el nombre del superior que toma las decisiones.

Pero todavía no llego al punto, porque quiero ofrecerle un recorrido completo, o por lo menos lo más completo posible.

Hay periodistas de prestigio y renombre de grandes medios nacionales, otros reconocidos analistas provinciales, y algunos de los colegas locales, que tienen incorporada una forma de análisis que produce verdades a medias. Cuando uno está tan inmerso en un micro-mundo con una lógica particular, resulta un poco difícil hacer visible algunas cosas que lo atraviesan. Muchos de estos periodistas, vienen de una formación y un modo de trabajo que no les permite ver que hay cosas que no están viendo. Para alguien que pretende ser analista, pensador y explicar “lo que pasa” o la “realidad”, esto resulta una trampa mortal para él mismo.

Me voy acercando al grano.

Muchos de estos analistas han sido formados en una “escuela” que le teme al Estado, que ve en el poder político al enemigo del periodismo, que le teme permanentemente a la censura de parte de quienes toman decisiones acerca de lo público. Estos periodistas analizan todo desde esa postura, ven a los políticos como sujetos poderosos, inescrupulosos y autoritarios. Aquí empieza el meollo de la cuestión.

Esa postura, difundida y defendida durante años por algunos periodistas “estrellas”, lleva en sí misma la trampa mortal. Ver solo una parte. Porque éstos periodistas le escapan (y feo) en creer que el poder es solo el poder político, y no pueden ver e incorporar a sus análisis a otros actores sociales poderosos.

Esos otros actores sociales con poder son las empresas, los grupos económicos, las iglesias, los mismos medios, las organizaciones no gubernamentales o entidades sociales, y los ciudadanos como simples individuos. Todos, tenemos nuestra cuota de poder, siempre y en todas las relaciones sociales de las que participamos. Esto es el centro de la filosofía de Foucault.

Claro está, ese poder se ejerce en la medida que tengamos “poder” y “saber”, o la combinación de ambos. Un pueblo sin conocimientos  será sin duda un pueblo incapaz de ejercer su poder. Un pueblo que recibe constantes estímulos contra la política, será un pueblo que no buscará en ella la forma de ejercer su poder.

La negación de esto, la imposibilidad de ver a todos los actores sociales que tienen poder y lo ejercen de diversas formas y a través de diversos medios, es no ver una gran parte de cualquier problema.

Muchos de estos periodistas estrellas defienden a los grupos de medios para los que trabajan diciendo que ellos nunca han sufrido censura. Claro está, nunca los van a censurar, porque ellos mismos ya han censurado la “parte peligrosa” del análisis al no poder hacer visible muchas cosas. Estos periodistas fomentan un modo de pensar y analizar que defenestra a la política, la pinta como algo sucio, injusto, impuesto. Ocultando el poder de otros actores para influir en las conductas ciudadanas. Este tipo de análisis deja muy contentos a sus jefes, que son miembros de grandes grupos económicos que por medio de la concentración de riquezas toman muchas decisiones que modifican o estructuran las relaciones económicas y sociales de los ciudadanos. Las decisiones de esos grupos económicos, a veces son imposibles de revertir por el poder político, porque hay momentos de la historia, donde los que más poder tienen son precisamente los grupos económicos y no los representantes del pueblo elegidos por los ciudadanos.

Es así que muchos periodistas se creen valientes por “pegarle” al Gobierno todo el tiempo, cuando en realidad están favoreciendo a los más poderosos, que se mantienen ocultos, haciéndose ricos, tomando decisiones que deberían tomarse en los ámbitos del poder político. Esos poderosos son sus jefes, porque son dueños de los medios en los que ellos trabajan.

Por último, algunos periodistas estrellas saben muy bien esto, pero lo hacen porque sus sueldos son muy buenos, o porque acuerdan con la ideología liberal que pretende que los privados o el mercado regule las relaciones y no el Estado a través de sus representantes.

Amigo lector, cuando escuche, lea o vea un periodista que en su análisis solo apunta a la esfera política y no hace visible las acciones de otros actores sociales con poder, sepa que ese periodista le está ofreciendo una verdad a medias, o si usted prefiere, una mentira brillante, como espejitos de colores.