Es en recuerdo del fallecimiento del ex presidente de la Sociedad Protectora de Animales, el doctor Ignacio Lucas Albarracín.
El 29 de abril de 1926 falleció el abogado argentino Ignacio Albarracín, propulsor de la ley de protección a los animales que se sancionó en 1891 y fue un antecedente legal pionero en el mundo. En homenaje a este letrado oriundo de San Juan, cada 29 de abril se conmemora el Día del Animal, por iniciativa de la Sociedad Protectora de Animales.
En 1907 Albarracín; gestionó con el Dr. Ponciano Vivanco, presidente del Consejo Nacional de Educación la celebración de la Fiesta del Animal, tomando como ejemplo la festividad del Domingo del animal que se realizaba en Londres por los pastores de las iglesias, donde se hacían sermones para inculcar el respeto por los animales. Esto se aprueba y se pasa la celebración para el año siguiente. En 1908 se prepara la reunión para el 29 de abril, pero debe suspenderse por lluvia, y se realiza el 2/5, pero luego se sigue festejando el 29/4. El acto inicial se realizó en el Zoológico con la presencia del presidente de la Nación, Figueroa Alcorta, varios ministros y 15.000 escolares y se soltaron 500 palomas mensajeras.
Durantes su juventud inició su cruzada contra la doma de potros, la riña de gallos, las corridas de toros, la crueldad en la matanza para faenar animales, el tiro a la paloma, la protección a los equinos de tiro (logrando la obligación de colocarle protección en la cabeza en los días de verano). Asimismo, luchó contra la maldad cinegética, condeno con admoniciones rotundas el oprobio de los zoológicos que priva de la libertad a las águilas, que degenera el impulso natural de félidos y enferma de nostalgias indecibles a todos los demás animales. Además se opuso el maltrato de las comunidades indígenas.
Fundación de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales
Fundador, junto con Sarmiento, Mitre, el reverendo J. F. Thomson, Guido y Spano y V. F. López, fue primer secretario, presidente popular y vitalicio de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales, integró la Liga contra la trata de blancas y presidió el comité de moralidad publica, pero por sobre todas las cosas fue enfervorizando más –día a día- su dedicación por animales; constituyéndose en un arquetipo legendario y un símbolo, conformando además un anecdotario que no solo contenía gestos, actos valiosos y bellas acciones, sino siendo objeto también de la caricatura, el sarcasmo y hasta la burla de los que nunca alcanzaron a comprender la superioridad de su espíritu.7