Tres golpes de Estado en tres meses, una huelga general, un brote de malaria y ébola a pocos kilómetros fueron las condiciones de vida y trabajo que encontró la neonatóloga tupungatina Gisela Gómez Paiva (36) cuando llegó a Guinea Bissau.
Gisela llegó a Guinea Bissau, África, formando parte de un proyecto de capacitación de la organización Médicos Sin Fronteras. Una experiencia que solamente puede comprenderse viviéndola, o bien, escuchando la experiencia de vida de la médica que actuó movida solamente por la vocación. Una historia de esas que vale la pena conocer
–¿Cuándo viajaste?
–Me fui en marzo y volví en julio del 2016. Me tenía que quedar hasta setiembre y tuve un accidente, en la pierna. Fue tremendo y eso provocó mi vuelta anticipada. Iba a atender igual porque era la única médica del país, hasta que el pie se me puso negro y me lo enyesaron sin anestesia, sin nada, porque no hay, de casualidad me lo pudieron enyesar.
–¿Formabas parte de un equipo?
–Sí, era parte de un proyecto. El hospital se llama Simón Méndez, la iniciativa de Médicos sin Fronteras consistía en ir a capacitar en terapia intensiva neonatal, esa era la intención, porque en Guinea Bissau tienen una mortalidad infantil y neonatal altísima.
–¿La organización tiene distintos proyectos?
–Básicamente, tiene dos líneas, proyectos que llamamos «de emergencia», como por ejemplo cuando hay una epidemia y hay que combatirla y este que es diferente, desde su origen. Lo distintivo de esta propuesta es que va a durar muchos años. Arrancó en el 2015 y durará hasta el 2019, que eso es muy novedoso. Dentro de Médicos sin Fronteras sólo hay dos neonatólogos y por esto me convocaron.
–¿Te lo imaginabas?
–Cuando llegué el escenario fue muy diferente al que esperaba. Cuando arribé a Barcelona, que es donde te dan todo el entrenamiento, supuestamente éramos tres pediatras. Uno de ellos se volvió antes, además cuando llegué entramos en una huelga en el país. Tres golpes de Estado hubo en el tiempo en el que estuve. Las huelgas no son como las de acá, los hospitales quedan vacíos, comenzó un brote de malaria, teníamos ébola a 50 kilómetros. Era la única neonatóloga para todo el país.
–¿De qué manera se puede trabajar en esas condiciones?
–No te queda otra. Sabés que si no lo hacés vos, no lo va a hacer nadie. Entonces, te concentrás en lo que sabés, en lo que tenés que hacer y para lo que te preparaste.
–¿Estabas todo el tiempo atendiendo?
–Hubo dos meses en los que fui la única, desde marzo a mayo del 2016. Después llegó otra pediatra de Brasil, que fue un respiro para mi. Pero cada tres meses ellos te obligan a tomarte una semana de descanso. Pero cuando me fui de Guinea, ella hizo un brote de ansiedad porque estaba sola, ella venía de Yemen. Yo creía que iba a sentir que era más llevadero porque venía de otro país. Pero no soportó y se fue.
–Es una experiencia muy dura.
–Lo que ocurre es que las condiciones en las que se vive son extremas, los índices de mortalidad infantil y analfabetismo son muy altos. La formación de los médicos es responsabilidad de los médicos cubanos, hay una universidad que depende del gobierno de Cuba y ellos los forman. Estudian medicina en español, por lo tanto primero tienen que estudiar español para poder formarse como médicos. Es muy difícil todo.
–¿Cómo llegaste a formar parte de Médicos sin Fronteras?
–Ingresé porque fui a Europa a hacer un posgrado en neurodesarrollo, que es lo que a mi me apasiona de la neonatología. Cuando estuve allá hice todo el papelerío en Barcelona. Después comienza la selección, te hacen muchas entrevistas por Skype (por internet), en inglés y español.
–¿Por qué es tan exhaustivo?
–La idea es que ellos se aseguren que vos no vas a llegar y te vas a querer volver a tu casa. Mover semejante logística para que vos vayas y a la semana te quieras volver es muy contraproducente. Lo cierto es que no se sabe con qué se va a encontrar una cuando llega al destino. Las condiciones no son siempre las esperadas . Yo, por ejemplo, hacía cuatro años que no hacía pediatría. Pero llegué y no había pediatra. Me tuve que hacer cargo.
–¿Fue un shock volver a Argentina después de vivir esto?
–Muy duro, readaptarme fue terrible. Ahora estoy trabajando en el hospital de Tupungato. Quizás encontré un estímulo de que acá también hay mucho por hacer. Estamos trabajando con la dirección, yendo a terreno, a los barrios con complicaciones, tratando de poner en marcha lo que hice en Cuba, que es tan simple y maravilloso como acercar la salud a la gente.
Fuente: Diario Uno por Paola Ale
Un comentario
Ojala hubiera mas gente como ella … el mundo seria mas llevadero mas humano fuerza Gisela
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