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María Sol Daró: una bella Flor que no perdió sus raíces y defiende nuestras tradiciones

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La joven sancarlina de 18 años es la nueva Flor de la Tradición y, como pocos, sabe de caballos, flora autóctona, y comidas típicas. Además piensa que la vendimia es solo un concurso de belleza. La periodista Gisela Manoni, de Diario UNO, entrevistó a la realeza.

Su abuelo, don Santiago Passadores, tiene campo y desde chica ella le ayuda a cuidar y arrear los animales. Asegura que su mejor terapia de relax es andar a caballo.

Baila danzas folclóricas desde los 4 años y con su novio Juan Pablo siempre tienen listo el pañuelo por “si suena una zamba o una cueca”.

Con tales antecedentes, es lógico que María Sol Daró sea una defensora y divulgadora de nuestras tradiciones. Sin embargo, lo hace más por una convicción personal: “Nunca debemos olvidarnos de donde venimos ni perder nuestras raíces, porque se nos termina confundiendo el horizonte”.

Esta rubia de 18 años, que estudia abogacía y con igual soltura ensilla un caballo o improvisa un asado dominguero, es la nueva Flor Provincial de la Tradición.

Es, también, la que tuvo el honor de romper con la racha de mala suerte de San Carlos. Pues siendo Capital de la Tradición de Mendoza, el departamento llevaba más de 10 años sin imponer su candidata en el certamen que él mismo promueve.

María Sol fue elegida de entre ocho postulantes por un estricto jurado. El particular certamen se llevó a cabo el sábado 5 en un anfiteatro Neyu Mapu repleto.

Para obtener los 197,50 puntos que la ubicaron en el podio, debió bailar la danza típica que le tocó en el bolillero (“El Gauchito”), responder distintas preguntas y dar una ponencia sobre un tema puntual (“comidas típicas” fue el suyo).

El resultado de la elección fue celebrado por todo el pueblo. Revolucionó su barrio Coartem -en la villa de San Carlos-, su familia, la sede tunuyanina de la universidad Champagnat donde estudia y sobre todo a la gente del Centro Tradicionalista Casas Viejas, al cual representó.

“¿Dónde está la flor más bella del barrio que paso a darle un beso?”, gritó una vecina desde la puerta cuando María Sol se disponía a desplegar todos los documentos que debe estudiar para un parcial.

Sabe que así será su año: una mezcla entre las exigencias de la carrera de abogacía y el protocolo como representante de la Tradición. Incluso, el año que viene deberá viajar a Jujuy a representar la identidad mendocina.

 -Muchos jóvenes menosprecian nuestras tradiciones. ¿Por qué ocurre?

-Porque no las conocen, porque tenemos la actitud de valorar lo de afuera más que lo propio. Por ejemplo, hay gente que considera el atavío del gaucho como un disfraz, cuando tiene que ver con nuestra identidad; mucho más que la mayoría de las prendas que usamos.

Tampoco valoramos a nuestros ancestros, a nuestros abuelos, a nuestros orígenes.

-¿Esto puede cambiar?

-Creo que sí, con educación y desde la escuela. Por eso, algo que ansío hacer como Flor Provincial es visitar las escuelas para enseñar a los chicos el significado de nuestras costumbres. Apoyo la iniciativa de que la lectura del  Martín Fierro sea obligatoria en el aula.

Entre mate y mate, la joven reconoce que lo que pasa en San Carlos no es la generalidad.

“Aquí la gente es súper tradicionalista, espera esta fecha todo el año. Es normal que uno vista bombacha y alpargatas, que se festejen los cumpleaños con serenatas de tonadas y que todos sepan, al menos, bailar un gato y una cueca”, arremete con orgullo.

-¿Por qué crees que es así en tu pueblo?

-Pienso que por la cercanía con el campo. Acá se trabaja el campo, pero también se disfruta de las actividades campestres, de sus historias, de sus costumbres. Por ejemplo, mi hermano Tomás tiene 11 años y se la pasa arriba del caballo practicando destrezas criollas.

María Sol está feliz. No se proyecta como reina vendimial, “porque es más un concurso de belleza”.

Precisamente, su mamá Cecilia también se candidateó para Flor hace 25 años, pero “la pasó mal” porque antes pesaba más la lindura que el conocimiento de las tradiciones. Ella sabe que ganó gracias a todo lo que sabía de la identidad local, pero también reconoce que aprendió mucho más.

Un certamen en el que con la belleza no alcanza

Quien sostiene que sólo hace falta una cara bonita para representar a Mendoza nunca asistió a la ceremonia de elección de la Flor de la Tradición.

A las candidatas no les alcanza con sonreír, posar y saludar a brazo extendido; deben saber más del Martín Fierro que de su propia vida, bailar las distintas danzas típicas y conocer desde la flora autóctona hasta qué tipo de flor debe llevar la paisana en su peinado.

Por este examen debieron pasar las 8 candidatas. María Sol lo cumplió casi a la perfección, al igual que la primera y segunda paisana que la acompañaron en el podio (Godoy Cruz y Rivadavia, respectivamente).

Sin embargo, reconoce que más difícil es pasar el certamen departamental. Allí, tienen que estudiar un extenso reglamento de preguntas, amasar sopaipillas, ensillar y montar un caballo en vivo y en directo, y hasta saber qué tipo de yuyo echarle al mate, según la ocasión.

Todo esto ocurrió el fin de semana pasado, donde 26 mil personas pasaron por el Neyú Mapú y demostraron que la Fiesta de la Tradición suma cada vez más adeptos.