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El secreto de Pelleriti: «perfeccionismo, pasión e intuición»

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Marcelo Pelleriti_640x480Se inscribió en la historia mundial del vino. El creador del vino perfecto en Francia, desarrolla la magnífica bebida entre las regiones europeas y los viñedos del Valle de Uco.

Gentilmente, Marcelo Pelleriti nos recibió en su oficina. Al comenzar la entrevista le preguntamos cómo se siente ser parte de la historia mundial del vino. Al finalizar, descubrimos a un gran profesional (un enólogo que en su producción respeta la región en la que se forja la bebida y encuentra su estilo) y a un peculiar artista que crea, expresa, siente y conjuga el perfeccionismo con la pasión y la intuición, para trascender en el tiempo a través de sus vinos.

Marcelo Pelleriti, mendocino y enólogo de la Bodega Monteviejo, perteneciente a Clos de Los Siete –emprendimiento vitivinícola ubicado en las mejores tierras productivas del Valle de Uco- se convirtió en el primer argentino en obtener 100 puntos en un vino. Su vino Chateau La Violette 2010 en Pomerol de Francia (terroir ubicado en el llamado Triángulo de Oro de Pomerol, una de las zonas más caras del mundo vitivinícola), fue calificado como perfecto por el estadounidense Robert Parker, uno de los críticos de vinos más influyentes del mundo.

En Latinoamérica y en todo el continente americano, no se conoce a ningún argentino que haya obtenido tal reconocimiento, por lo que representa a uno de los especialistas que condecora la producción regional con su especial bebida posicionada a nivel mundial.  “Hoy me siento con más responsabilidad, sé que tengo que hacer mucho más. Además, como argentino siento que debo proteger el vino argentino sin dejar que nos influencien los mercados”, expresa Marcelo.

“Argentina hoy ha logrado una identidad y me siento muy responsable, en seguir promocionando el vino argentino y sobre todo protegiéndolo. Me pongo atento cuando mucha gente en la Argentina escucha opiniones de periodistas extranjeros, originarios de países en los cuales nosotros somos una competencia muy fuerte, y que nos vienen a decir qué estilos de vinos son los exitosos, siendo que esos vinos no han tenido el éxito que deberían tener en sus  propios países. Para mí, el vino que es exitoso es el que más se promocionó por todo el mundo, en el que se expone la filosofía del trabajo, el esfuerzo y el estilo”, reflexiona.

La diferencia entre los vinos argentinos y los europeos son para el profesional los “años de historia”. “Tenemos muchos años de historia, pero de hacer las cosas bien, seriamente, son muy pocos años. Antes hubo grandes profesionales que se rompieron el alma para hacer un buen vino, sin saber lo que recibían de los viñedos”, afirma y resalta: “hoy en día mi posición es más fácil: tenemos viñedos buenos y sabemos más de viticultura. Estamos capacitados y podemos acceder a la información fácilmente».

El desafío, en tanto está en “la tarea de cuidar esto”. “Los argentinos cambiamos las cosas rápidamente, es muy fácil que  cambiemos tendencias y destruyamos muchos años de historia. Lo nuestro generalmente es cíclico, y es algo que no nos podemos permitir: la vitivinicultura es la industria más seria que tiene el país”, remarca.

Para el artista del vino, la actividad vitivinícola argentina y mendocina se ha incrementado como en ningún país del mundo. “Ha crecido diez veces en cantidad de plata exportada y en la calidad. Esto habla de una industria que ha trabajado serio y se debe a que, más allá de las inversiones extranjeras, existen propietarios locales que han sido  conscientes de que el vino es parte de la cultura de un pueblo. Y para que sea parte de la cultura de un pueblo, debe ser sostenible en el tiempo, debe trascender”, analiza y argumenta que la trascendencia se relaciona directamente con el arte, para él especialmente con la música.

Sobre la industria, admite que  actualmente cuando producen un vino ya no piensan en una bebida destinada al mercado, sino en un vino que tiene que inscribirse en la historia. “Yo quisiera que mi vino lo tomara mi hijo, mi nieto, mi bisnieto, que dentro de cien años tomen una botella y sepan lo que hicimos nosotros, se trasladen al momento. Eso marca mucho a un pueblo y a una sociedad”, comenta.

Pelleriti considera que no es fácil explicar en qué se inspira un buen vino, porque reconoce que lleva años saber qué es lo que se quiere hacer. “Al principio, en mi juventud de enólogo me creía más fuerte que la naturaleza, quería imponer un estilo personal, una forma de hacer vino, mi personalidad. Y aunque parte de la personalidad de uno existe en el vino, el terruño siempre otorga un estilo que representa al lugar. Cuando se comprende eso, lo que uno trata de hacer es expresar al máximo las características en las que se crea el vino”, declara y advierte que eso también implica trabajar en los viñedos y en las bodegas en detalles.

“Cualquier persona que crea algo, ya sea una planilla de Excel, necesita una motivación mínima para crearla. Entonces cuando haces un producto que querés hacerlo trascender en el tiempo, necesitas una motivación que mueva tu parte intima. La conjugación es muy importante: ser puntilloso y cuidar los detalles, el perfeccionismo con mucha pasión pueden lograr hacer productos que se diferencian del resto. Creo mucho en esa energía, en esa pasión al momento de hacer el vino. Hay días que no puedo probar un grano de uva, hay días que sí. Por ello me guio mucho por mi intuición personal, por lo que siento en ese momento.  Hay muchas cosas que me inspiran para hacer un buen vino, pero qué hay en el medio no lo sé, puede haber una cosa energética a la que llamo pasión”, revela.

Marcelo Pelleriti y Fernando Ruiz Diaz_640x480Para la creación de la bebida mágica, el enólogo propone un concepto casi aleccionador. Podría hasta decirse que esa es la gran fórmula: el perfeccionismo conjugado con la pasión y la intuición. Reafirmando la importancia de la pasión, explica que las creaciones de grandes artistas como Barg y Jimy Hendrix han inspirado sus propias creaciones. “La música me apasiona en todos los sentidos. Hoy día escuchamos a Hendrix con una guitarra y un amplificador y decimos, ¿cómo lo hizo? Yo no creo en los genios, creo más que nada en la voluntad de cultivar tu pasión por algo. Sin duda eran personas brillantes, pero son artistas que lograron florecer lo mejor de ellos a nivel creativo. Llevaron al máximo su sensibilidad, su forma de explicar. Los artistas son inspiradores de gente en el futuro, no son solamente creativos de algo en particular, sino que pueden llegar a ocasionar movimientos posteriores a su existencia”, resalta.

Marcelo reflexiona que lo fundamental es desde niño las personas accedan al mundo artístico,  que puedan desplegar una pasión por el arte, desnudar el alma y atribuir la implicancia que esto significa en el desarrollo de una sociedad. “Mucha gente tiene esa sensibilidad escondida, por eso creo en la motivación desde que somos chicos para lograr esa apertura. A un niño que nace en un sitio donde hay poco  acceso hay que brindarle caminos a la cultura en los que pueda descubrir una pasión”, alega y recuerda: yo no vengo de una familia de plata, mis viejos eran empleados públicos que le costaba todos los meses llegar a fin de mes, pero tuve un buen colegio, mi guitarra, mi deporte. Me las fui arreglando.

Marcelo Pelleriti junto a artistas mendocinos y a su esposa Gabriela Nafisi_640x480La sociedad, el arte y el vino: “esto quiero que lo pongas”

“El artista es un gran laburador. En Mendoza decís que sos artista y te tildan de vago. Vago es quien no tiene capacidad para crear nada, chato, que no tiene tolerancia con el prójimo. Vago es el que va por la calle y pasa un semáforo en rojo, es la persona a la que no le importa el que está al lado”, manifiesta y considera que la forma de responder es comprendiendo  que existe gente que no ha tenido alguna motivación. “Por eso a un artista hay que cuidarlo, los artistas pueden darle un futuro grandísimo a una sociedad”.

Marcelo cree que el artista logra expresar sentimientos y pasión, que es creativo y desnuda su personalidad y lo que se vive. Advierte que en la provincia se encuentran muchos artistas anónimos y que sus obras deben reivindicar.

Concibiendo los conceptos de arte popular en contraposición con la cultura de élite, ante la duda de que “si alguien común” que no tiene $900 para comprar una botella de su vino  y que tampoco se ha inmiscuido en detalle sobre el mundo del vino, puede disfrutar de la bebida espirituosa y trasladarse tal como se realiza con una obra de arte o la música, el creador del vino perfecto responde: “para una persona que se inicia, que te guste un vino es saber que le genera placer. Una botella de vino debe servirle para compartir, generar momentos y cosas lindas”.

“Aunque también está buenísimo formarse un poquito para saber probar un vino: como se cata, el color de un vino joven o un vino más viejo. Descubrir cómo pueden evolucionar los aromas es emocionante. Cuando se entra en el mundo de la degustación de vinos es apasionante: los vinos viejos pueden remitir a lo que sucedió en ese momento, saber qué pasó en el clima o quien lo hizo”, concluye.