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24 de Marzo de 1976: «¿Hacía falta tanta sangre?»

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abuelasDesde los orígenes de la Ciencia Política Moderna, allá por los 1500, Maquiavelo afirma que el fin justifica los medios. Esta aseveración implica que para conseguir el fin al que se encuentra abocado el Estado, cualquier medio es bueno y adecuado, sin consideraciones de índole moral que valgan.

Intentaremos analizar la dictadura cívico militar de 1976 a 1983 bajo esta premisa. Es decir, veremos qué fines justificaban medios terribles como:”Primero mataremos a todos los subversivos; luego mataremos a sus colaboradores; luego a sus familiares; luego a sus simpatizantes; luego a quienes permanezcan indiferentes; y por último mataremos a los indecisos” (General Ibérico Saint Jean. International Herald Tribune. 26 Mayo 1977. París).

Se están por cumplir 37 años, casi cuatro décadas, de lo que fue algo más que un golpe tradicional, algo más por los niveles de violencia y por las consecuencias económicas y sociales que implicaron una transformación estructural de la economía argentina.

Para comprender los porqués de tal fatídica fecha, es preciso dar algunas precisiones sobre el contexto económico mundial vigente en la década de los 70.

Los costos enormes de la guerra de Viet Nam impactaron sobre la economía interna de EEUU, generando un proceso inflacionario que obligó a ese país a abandonar el patrón oro en 1971, ya que al dejar de tener el dólar algún respaldo en su Banco Central, podía exportar su inflación interna al resto del mundo. Las consecuencias de este acto para la economía mundial siguen generando impactos hasta el día de hoy.

En 1973 se completó un cóctel explosivo; se produjo el primer shock del petróleo multiplicando varias veces los precios de esa materia prima y generando dos efectos: en primer lugar una recesión de la industria de los países centrales y una caída del precio de las restantes materias primas (entre ellas las carnes y cereales), base de las economías periféricas; y en segundo lugar una transferencia de riquezas nunca antes vista de todos los sectores de la economía mundial, hacia las empresas y los estados petroleros.

El escenario completo era el de un mundo empapelado de dólares sin respaldo, que a la vez se concentraban en muy pocas manos. Los petroleros poseedores de esta riqueza la depositaban en los bancos a cambio de un tipo de interés.

Este es el momento inicial de nuestra tragedia. El negocio de los bancos fue recibir depósitos de dinero que luego prestaron a un interés más elevado. El problema era ¿dónde conseguir clientes dispuestos a endeudarse por miles de millones de dólares a tasas de interés baja, pero (atención) flotantes?

Creo que ya pueden ir adivinando la respuesta: los países del Tercer Mundo. No importan si estos países lo necesitaban o si estaban dispuestos al endeudamiento. Si no lo estaban el expediente fue bastante sencillo. El sector financiero internacional buscaba aliados internos que fueran sostén de un golpe de Estado a efectos de instalar un régimen dispuesto al endeudamiento.

En nuestro país, durante el período 1973 / 1976 la participación de los trabajadores en la riqueza nacional lograda a través de sucesivos aumentos salariales había alcanzado picos históricos. Esta situación generaba conflictos con sectores empresariales ligados a la gran industria y a la exportación de materias primas de la Pampa Húmeda.

A principios de 1976, los ingredientes de la amarga pócima que los argentinos íbamos a beber estaban a punto. Sectores empresarios internos que buscaban un ajuste salarial por un lado; y por otro los grandes bancos internacionales repletos de dólares sin respaldo y necesitando urgentemente clientes a los que estafar, perdón quise decir de proveer de servicios financieros de última generación.

El 24 de Marzo, el golpe; el 2 de Abril asume como Ministro de Economía el recientemente fallecido José Alfredo Martínez de Hoz.

Se estableció un plan económico basado en tres pilares:

  1. Acuerdo con los organismos internacionales de crédito que aportaban dólares frescos en grandes cantidades.
  2. Transformación de las estructuras de los precios internos descargando el peso de la transformación sobre las espaldas de los trabajadores.
  3. Intento de compensación a los sectores empresarios nacionales mediante dos mecanismos:
    1. Rebaja salarial.
    2. Devaluación brusca para mejorar la posición exportadora.

Los efectos de las medidas concretas de este plan las podemos entender si las agrupamos de la siguiente manera:

  1. Medidas tendientes a disciplinar a los trabajadores:
    1. Disminución de los salarios en un 30 % vía devaluación unida a congelamiento salarial.
    2. Disolución de la C.G.T. y prohibición del derecho de huelga.
    3. Modificación de la Ley de Contrato de Trabajo rebajando la protección a los trabajadores.
    4. Instalación del terror entre los trabajadores mediante la tortura, la desaparición y  el asesinato de quienes reclamaban por sus ingresos.
  2. Medidas tendientes a abrir la economía a la inversión extranjera.
    1. Desregulación total de todo tipo de inversión. Se podían retirar ganancias superiores a los montos invertidos en muy poco tiempo.
    2. Equiparación de los derechos de los inversores nacionales con los extranjeros, lo que en la práctica, dada la carencia de fuentes de financiamiento interno, significó extranjerizar La hasta el día de hoy ramas enteras de la economía.
  3. Disminución de la protección de la industria nacional.
    1. Unificación del tipo de cambio.
    2. Eliminación de los subsidios a las exportaciones industriales.
    3. Eliminación de los aranceles a las importaciones industriales.
  4. Reducción del déficit fiscal.
    1. Tarifazos en todos los servicios públicos.
    2. Aumento de la presión tributaria.
    3. Disminución del gasto en personal, a través de la reducción real de sueldo y de despidos masivos en las empresas públicas.

En conclusión, una política que luego sería bautizada como ajuste estructural que disminuye el consumo interno en beneficio de los grandes grupos económicos concentrados en lo interno, aliados al capital financiero transnacional.

Para 1979 / 1980 la economía había logrado un funcionamiento precario sin crecimiento y con altos niveles de inflación; pero en 1981 los Bancos prestadores elevaron los tipos de intereses y el proceso de endeudamiento creciente se tornó inviable y la crisis inevitable. Malvinas, en 1982, fue una sangrienta torpeza que buscaba una salida épica al callejón sin salida en que los propios militares habían encerrado a la Nación.

Los resultados de este programa económico no podían ser otros que los que fueron: desindustrialización, desempleo masivo y una deuda externa impagable a la cual sólo se le podía hacer frente mediante nuevos endeudamientos.

La semilla había quedado sembrada, ya los militares eran material descartable para el establishment económico, se podía administrar la entrega del país bajo un régimen democrático de baja intensidad, pero eso ya es otra historia.

La semilla había quedado sembrada, sí, y el fruto de la dictadura lo terminamos de saborear con la implosión de la economía nacional y las terribles jornadas de 2001 y 2002.

Ahora sí podemos responderle a través de un abismo de tiempo a Maquiavelo con el ejemplo de los militares argentinos. Mataron, torturaron, desaparecieron, saquearon, violaron, aterrorizaron,  robaron bebes, entre otros tantos medios con los objetivos parciales de desindustrializar el país, enviar a la miseria a sus trabajadores, disminuir el promedio de vida de sus habitantes, instalar la problemática del hambre en el país de la comida; y con el fin último de enriquecer al sector financiero transnacional que siempre se los agradeció.

A un politólogo no le corresponde catalogar éticamente los procesos políticos. Esa tarea queda para los lectores.

Por Hugo Villanueva

Licenciado en Ciencias Políticas

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