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“La Estafeta” culminó un nuevo ciclo en una noche que reunió a amigos y referentes del rock

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Por Mariana Santarossa

El pasado viernes el templo cerró otra temporada de mucho rock en San Carlos. Esta vez la legendaria banda pareditana “Los Dueños del Santo” compartió el escenario con los citadinos “Ultramandaco” y juntos despidieron a la catedral  hasta un próximo encuentro. Las presentaciones de dos bandas trascendentales del Valle de Uco, “Cecilia Krill Contesta” y  “La Molinera”, fueron la sorpresa de una noche que derrochó talento.

Comenzaba la noche con “Los Dueños” sonando y haciendo sus mejores canciones. La banda integrada por Ricardo Castro, Iván Zotelo y Horacio Segura, tocaba mientras las gargantas se calentaban coreando sus letras. Así emocionado Iván, quien vivía la ceremonia con nostalgia y con la ilusión de seguir apostando a los sueños, anunciaba: “La Estafeta es una fiesta, es una mezcla de cosas raras”.

Luego  “Ultramandaco” se presentaba en el místico escenario junto a sus músicos Pablo Olguin, Diego Lana, Pablo Goldfarb y Emanuel Berná. En este marco mostrándose dichosos por el recibimiento del público del Valle de Uco y por encontrar un lugar donde se respira música, la banda mendocina manifestaba: “la estafeta es un montón de amigos. Nos sentimos felices y esperando a que vuelva a abrir”.

Asimismo  tras el toque de “Ultramandaco”, los C.K.C como grandes amigos de la casa expresaban su afecto hacia el templo en un cierre del que formaban parte de las esperadas sorpresas. “Toda Mendoza habla de La Estafeta, es un lugar donde se renueva la esperanza, se cierra un capítulo del rock mendocino”, confesaba el músico Diego Lobos.

Finalmente llegaba el cierre de la mano de “La Molinera” quienes desbordaban emoción entre los fieles oyentes. De este modo con Pablo Morales en voz y guitarra, Alejandro Balboni en bajo, Manuel Prado en la bata y Alejandro Arriagada en guitarra y coros, los molineros sellaban el ciclo a puro rock. “La Estafeta le ha dado lugar al rock, es un lugar de culto porque la gente viene a escuchar a la banda (…) Es un refugio cultural”, concluían.

Así terminaba el último acorde, el último rulo, y el templo quedaba en silencio. Sus devotos fieles se retiraban llenos de música, arte, alegría y melancolía ante la espera recelosa de su despertar. “La Estafeta” cerraba las puertas para darle paso al frío invierno mientras carga energías para renacer en primavera y volver con todo el calor del rock mendocino y su gente.

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