El oriundo de Vista Flores publicó su primer libro en 1998. Vamos a conocer su historia.
Hoy se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Si bien Argentina tiene su propio Día del Libro, a nivel mundial se celebra todos los 23 de abril, en conmemoración a la muerte de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega: los tres en el año 1616. Ellos se transformaron en parte de los pilares de la literatura universal. De hecho, es una tradición anual comenzar la Feria del Libro de Buenos Aires durante esa misma semana del año, donde escritores, editores, lectores y referentes de la industria editorial se reúnen para compartir lo que más les apasiona: los libros.
Este día es muy importante ya que tiene como objetivo concientizar e incentivar a los ciudadanos a poder dedicar tiempo a la lectura, a poder encontrarse cara a cara con los libros para poder aprender, entretenerse, educarse, relajarse y motivarse.
Por tal motivo, en el marco de dicha conmemoración, El Cuco Digital decidió entrevistar a Mariano Ramírez, escritor, licenciado en Comunicación Social y docente oriundo de Vista Flores, Tunuyán. En esta nota, nos cuenta acerca de su pasión por escribir, su primer libro y los desafíos de la lectura en esta época de pandemia y crecimiento tecnológico, entre otras cosas.
-Mariano, nos podrías contar ¿cuál fue tu primer libro y cómo surgió la iniciativa de escribirlo?
Cuando tenía 16 años aproximadamente comencé a escribir mis primeros poemas desde la perspectiva de un adolescente enamorado con sus vaivenes de desamor. Entonces, podría decir que ese fue mi inicio en la escritura. Hasta ese momento no tenía pensado publicar, sólo escribía para expresar sentimientos y darle forma con palabras a las emociones que me iban atravesando en esos tiempos.
Luego me entusiasmó la tarea de escribir; hice un curso de corrección y síntesis de la escritura y ahí comencé a reescribir los primeros poemas. Considero muy importante la tarea de escribir y reescribir. Antes de publicar, escribo y borro varias veces lo escrito; tacho, remarco, cambio de lugar las palabras, dejo descansar los textos y los voy compilando.
Con respecto al primer libro, una vez que tuve varios poemas corregidos, los fui organizando por temas, porque con el tiempo, además del amor/desamor, fueron apareciendo otros temas de interés como lo regional folclórico y lo identitario.
Al tener los poemas compilados y con la decisión de publicar, comenzó una de las tareas más arduas, que es la búsqueda de una editorial y de los recursos para publicar. En este sentido, quiero decir que en Mendoza no hay muchas editoriales que funcionen como editoriales. La mayoría de las empresas que se denominan así, funcionan como imprentas a las que uno les paga para que te impriman los libros, y después tenés que arreglártelas como puedas para difundirlos y venderlos. Recién en los últimos años han comenzado a aparecer editoriales con criterio para editar, que cumplen con todas las funciones que les corresponden.
Luego de todas esas etapas, en 1998 logré publicar mi primer libro que denominé “Para escribirle al viento”, con recursos de un subsidio del Fondo Provincial de la Cultura, para el cual tuve que elaborar un proyecto con contraprestaciones. Eso me llevó a presentar el libro en distintos lugares de la provincia, específicamente en bibliotecas populares.
Después, me entusiasmé con la tarea de escribir y publiqué otros libros de otros temas, algunos más académicos, otros de ficción, algunos cuentos en antologías.
Pero lo más enriquecedor fue haber publicado un libro de construcción colectiva junto a los compañeros del Colectivo Cultural Learte.
–En estos tiempos tecnológicos, ¿crees que se ha ido perdiendo la pasión de leer libros?
No, todo lo contrario, tal vez van apareciendo otras formas de lectura y otros formatos de libros. Hoy tenemos libros tradicionales en papel, libros-objeto que ofrecen distintos recursos para relacionarnos con ellos, libros digitales en e-book o PDF, audiolibros.
Creo que la pasión por contar historias y por recibir historias que nos cuenten otros es una práctica propia de la humanidad, y los libros han sido uno de los instrumentos más difundidos y elogiados para llevar y traer historias, sentimientos y conocimiento.
-En la actualidad, más aún por la pandemia, se pasan muchas horas frente a la pantalla, ¿crees que las series o películas le están ganando a los libros impresos?
Entiendo que hay un doble juego entre las producciones audiovisuales y los libros. Por un lado, muchas series y/o películas se basan en libros que han sido escritos, publicados y muchas veces exitosos. Por otro lado, las ficciones hechas exclusivamente para lo audiovisual inspiran para escribir nuevos libros.
Y, a veces, tanto tiempo frente a la pantalla cansa, por eso también estamos volviendo al papel. Me llama mucho la atención que los estudiantes de la secundaria, al menos en las escuelas donde trabajo, imprimen todo el contenido de la materia que les envío de manera digital. Leen en papel, marcan, subrayan, sobreescriben. La pantalla y el papel van a convivir un largo tiempo, así como lo ha hecho el cine con la radio, los diarios, la televisión y las redes sociales.
– Desde tu lugar como docente, ¿por qué crees qué es importante motivar a los estudiantes a la lectura?
La lectura genera un pacto diferente entre escritor y lector. La interacción que se da a través de la palabra escrita permite que el lector pueda ir imaginando los tonos en los que hablan los personajes de una novela, que también imaginen los paisajes que se describen, y así, vaya rellenando esos huecos que los escritores dejamos, a propósito, para que el lector sea una especie de co-autor.
La lectura activa la imaginación, las motivaciones, los deseos, las proyecciones, los recuerdos, y eso le da sentido a muchas cosas de la vida.
-Por último, una pregunta más personal, ¿cuáles son los desafíos con los que Mariano se encuentra cuando quiere ponerse a escribir?
El principal desafío en estos tiempos es encontrar momentos para hacerlo. Cuando la tarea cotidiana te gana, resulta difícil darse un momento para ponerse a escribir.
Además, me he acostumbrado a escribir siendo participante de grupos de escritores, eso impulsa la tarea y te obliga a hacerlo.
Actualmente estoy revisando un libro que incluye relatos y poemas. Lo estoy haciendo junto a Gastón Peralta que también es escritor y artista plástico. Estamos dándole la forma de un libro de historieta.
El hecho de trabajar con otros me permite superar esa dificultad y, a la vez, hace que el desafío de la escritura sea un trabajo placentero.